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domingo, 28 de julio de 2013

TIEMPO

No ha sido una semana fácil. El miércoles, por la tarde, ya me parecía que vendría cargada de noticias preocupantes como viene siendo normal en los últimos meses. Pero nadie podía pensar que viviríamos una tragedia tan de cerca. Un Alvia que cubría Madrid - Ferrol, descarriló en una maldita curva a cuatro kilómetros de Santiago de Compostela.Y todo se paró ese miércoles. 79 muertos y más de cien heridos, que a día de hoy siguen ingresados. Desde ese día, se ha vertido mucha información, comentarios, opiniones ... 

Cuando algo tan dantesco sucede hay que actuar atendiendo a las víctimas, a sus familias y esperar. Si, esperar a que la investigación ponga luz, que pudo suceder y las causas bien técnicas o humanas para tan terrible tragedia. Pero hay que esperar.

Me pregunto si sabemos esperar. Hoy leía en un periódico que quizás una baliza hubiera podido frenar al tren...no lo sé. El tiempo nos dirá que sucedió. Pero vivimos en una sociedad donde todo tiene que ser rápido y nos equivocamos.

Hay que dar tiempo al tiempo. Si no es así, la vida misma, va a más velocidad que ese tren y quizás muchos se acaben estrellando. La vida no es más vida por vivirla más deprisa y con una agenda repleta de cosas, muchas de ellas, no aportan nada, solo llenar el tiempo. Hay que liberarse de lo superfluo y descubrir que hay un tiempo para vivir. Porque la vida en cualquier momento se  escapa de las manos y se para el tiempo. ¿Que queda?.

Nos han alejado la muerte de nuestras vidas, como si no existiera. Tanatorios lejos de las ciudades donde discurre la vida. La muerte de un familiar o amigo en muchos casos es una visita rápida para mostrar las condolencias y volver a la normalidad. No. Después de cada pérdida hay un proceso de duelo, pero no hay tiempo para vivirlo.

Todos los días tenemos tiempo. Lo que hagamos con el depende de nosotros. Algún día y sin avisar no tendremos más tiempo para vivir.

“Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, creer, hacer y principalmente vivir”. Dalai Lama.


tumejordiaeshoy


2 comentarios:

  1. Enhorabuena, Eva, por tu artículo.

    Cuando miramos hacia fuera, el ritmo vertiginoso de los acontecimientos, muchas veces infaustos, como el descarrilamiento del Alvia en Santiago, desvían nuestra atención de la vida interior, que, aunque no debe ser exclusiva, sí merece ser prioritaria.

    Como bien dices, vivimos muy deprisa, pero en la superficie de la existencia, con pocas ocasiones para profundizar y hacernos un poco más sabios. En la profundidad veríamos, como decía Plotino, que es posible vivir alumbrados por el fulgor interior en medio de las adversidades, al igual que un faro sigue iluminando a los náufragos azotados por la tormenta.

    Que tengas un buen día, cada día :-)

    Un abrazo.

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  2. He oído a un alto mando de ADIF decir que el maquinista no es un pasajero, que tenía la obligación de frenar un tren que venía circulando durante muchísimo tiempo a más de 200 km/h. Al decir esto ADIF se pone en evidencia y muestra la fragilidad de sus sistemas de "seguridad". A mi me produjo inquietud oír estás palabras. No se puede confiar la seguridad de un tren en la habilidad de una sola persona. "Somos humanos" decía el maquinista herido cuando se lo llevaba la policía y lo alejaba del tren. Aún no conocía el alcance de la tragedia, y preguntaba si había algún muerto diciendo que cargaría con eso toda su vida.
    El tiempo se detuvo para todos en esos momentos. Todos dejamos de hacer nuestras pequeñas cosas y nos sentimos tan vulnerables como el tren de aluminio.
    Tal vez no deberíamos hacer trenes tan veloces y ligeros que dependan sólo del buen día que tenga un maquinista. No se han de trazar curvas peligrosas sin protección segura. Hay fallos humanos todos los días, pero una empresa como ADIF no puede permitirse el lujo de descuidar su seguridad. A los que denunciamos esto nos dicen que ponemos en peligro los suculentos contratos con Brasil y otros países. Y no es así, si hubieran hecho perfectamente su trabajo, esa curva tendría la protección máxima, como cualquier curva de autopista.
    El maquinista no pudo detener el tren, pero detuvo el tiempo de todos nosotros.
    Es tiempo de cambiarlo todo. No permitamos que nos vuelvan a tomar de rehenes. La curva no era segura, y sucedió lo mismo que en el metro de Valencia. No aprendimos la lección, a ver si ahora...

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